jueves, 22 de marzo de 2012

Cuando la Vida imita al Arte: el episodio Gribsby

Hay un fragmento poco conocido en La importancia de llamarse Ernesto que George Alexander, el productor de la obra, hizo recortar al considerar que ésta era demasiado larga. Se trata del llamado “episodio Gribsby”, en honor del personaje presentado en dicha escena: Mr Gribsby, un abogado procurador que busca a “Ernest Worthing” para acompañarlo a la prisión de Holloway por la deuda que tiene con el Savoy.

Dicha deuda fue contraída por el personaje que se hace llamar Ernest en la ciudad, es decir, Jack Worthing, pero la escena que nos ocupa transcurre en casa de éste en el campo, y por ello Mr Gribsby intenta detener a Algernon, quien se hace pasar por Ernest allí. Jack aprovecha la situación para intentar librarse de su inoportuno amigo, que se ha presentado en su casa para conocer a Cecily, la pupila de Jack, sin que éste lo supiera.

Al igual que el resto de la obra, este fragmento está lleno de comentarios hilarantes, sobre todo por parte de Algernon. Wilde probablemente concebiría esta escena a partir de su hermano Willie y él mismo: a pesar de que se le auguraba un brillante futuro en el mundo periodístico, Willie prefirió una vida cómoda, zanganeando de club en club y dejando que su hermano menor pagase indirectamente sus deudas mediante el dinero que ocasionalmente enviaba a su madre (lo cual no sería impedimento para que criticase a Oscar duramente y se mofase de él con sus colegas). A pesar de ello, sería él quien pasase como un buen ciudadano, y durante los juicios de Oscar hizo lo que pudo por humillar a su hermano.

Dejando esto a un lado, hay algo llamativo en esta escena. Los excesos de que se acusa a “Ernest” eran también propios del autor, quien, justo antes de salir de la prisión de Reading, escribiría al alcaide: “no estoy en absoluto avergonzado de haber estado en prisión. Estoy terriblemente avergonzado del materialismo de la vida que me trajo aquí”. Las ideas de Algernon acerca de la conducta de un caballero fueron defendidas también por Wilde: del mismo modo que su personaje afirma que “Ningún caballero hace ejercicio jamás”, Wilde, siendo interrogado acerca de un lugar en el que supuestamente se había citado con un joven, a diez minutos de camino de Tite Street -donde él residía-, contestó: “No lo sé. Jamás camino”. Aparte de ello, la prisión de Holloway, adonde pretenden llevar a Algernon, fue el lugar donde Wilde fue recluido durante los juicios (y comprobaría que la descripción que pone en boca de Gribsby no era en absoluto adecuada para la insalubre celda en que fue encerrado).

Más aún, del mismo modo que Algernon palpa el desastre por culpa de una factura sin pagar, su creador recordaría en ‘De Profundis’ el “viernes fatal”, dos semanas después del estreno de La Importancia de Llamarse Ernesto, en que se vio en la oficina de su abogado, con Lord Alfred Douglas a su lado urgiéndole para que denunciara al marqués de Queensberry, su padre. En la carta, Wilde cuenta una curiosa anécdota:

Aquel viernes fatal, en lugar de estar en la oficina de Humphreys accediendo mansamente a mi propia ruina, podría haber estado feliz y libre en Francia, lejos de ti y de tu padre, desconocedor de su repugnante tarjeta e indiferente a tus cartas, si hubiera podido abandonar el hotel Avondale. Pero […] el propietario dijo que no podía permitir que mi equipaje fuera retirado en tanto no pagase en su totalidad la cuenta [140 libras]. Eso fue lo que me retuvo en Londres. De no haber sido por la factura del hotel me habría ido a París el jueves por la mañana.”

Hay pues una notable dosis de ironía dramática en el fragmento, que burlándose del propio Wilde parece querer darle la razón cuando escribe, en La Decadencia de la Mentira, uno de sus más célebres epigramas:

“la Vida imita al Arte mucho más que el Arte a la Vida”.

A continuación, una traducción mía del episodio Gribsby:


Entra MERRIMAN.

MERRIMAN: He colocado las cosas de Mr. Ernest en la habitación contigua a la suya, señor. ¿Está bien así?

JACK: ¿Qué?

MERRIMAN: El equipaje de Mr. Ernest, señor. He deshecho las maletas y dispuesto sus cosas en la habitación contigua a la suya.

JACK: ¿Su equipaje?

MERRIMAN: Sí, señor. Tres baúles, un neceser, dos cajas de sombreros y una gran cesta de picnic.

ALGERNON: Me temo que esta vez no puedo quedarme más de una semana.

MERRIMAN (a ALGERNON): Disculpe, señor, un caballero desea verle. Acaba de llegar de la estación en un taxi (le entrega una tarjeta en una bandeja.)

ALGERNON: ¿Verme a mí?

MERRIMAN: Sí, señor.

ALGERNON (lee la tarjeta): Parker y Gribsby, Procuradores. No sé nada de ellos. ¿Quiénes son?

JACK (coge la tarjeta): Parker y Gribsby. Me pregunto quiénes pueden ser. Supongo, Ernest, que habrán venido por algún asunto concerniente a tu amigo Bunbury. Tal vez Bunbury quiera hacer testamento y desee que seas su albacea. (A MERRIMAN.) Haga entrar al caballero enseguida.

MERRIMAN: Muy bien, señor.

MERRIMAN sale.

JACK: Espero, Ernest, que pueda confiar en lo que dijiste la semana pasada cuando finalmente resolví por ti todas tus facturas. Espero que no tengas cuentas pendientes de ningún tipo.

ALGERNON: No tengo deudas de ningún tipo, querido Jack. Gracias a tu generosidad no debo ni un penique, excepto por un par de corbatas, creo.

JACK: Estoy realmente contento de oír eso.

Entra MERRIMAN.

MERRIMAN: Mr. Gribsby.

MERRIMAN sale. Entra GRIBSBY.

GRIBSBY (al Dr. CHASUBLE): ¿Mr. Ernest Worthing?

MISS PRISM: Ése es Mr. Ernest Worthing.

GRIBSBY: ¿Mr. Ernest Worthing?

ALGERNON: Sí.

GRIBSBY: De B.4., Hotel Albany?

ALGERNON: Sí, ésa es mi dirección.

GRIBSBY: Lo lamento mucho, señor, pero tenemos una orden de confinamiento durante veinte días contra usted, en representación del Hotel Savoy Co. Limited, por una deuda de £762 14s. 2d.

ALGERNON: ¿Contra mí?

GRIBSBY: Sí, señor.

ALGERNON: ¡Menuda ridiculez! Nunca ceno en el Savoy por mi cuenta. Siempre ceno en Willis. Es mucho más caro. No debo un solo penique al Savoy.

GRIBSBY: Según consta, la orden le fue entregada a usted mismo en el Albany el 27 de mayo. El juicio tuvo lugar sin su comparecencia el 5 de junio. Desde entonces le hemos escrito en no menos de quince ocasiones, sin recibir respuesta alguna. En interés de nuestros clientes no hemos tenido otra opción que obtener una orden de encarcelamiento sobre su persona.

ALGERNON: ¡Encarcelamiento! ¿Qué diantre quiere decir con encarcelamiento? No tengo la menor intención de marcharme. Me quedo aquí una semana. Me quedo con mi hermano. Si usted cree que voy a volver a la ciudad cuando acabo de llegar está usted terriblemente equivocado.

GRIBSBY: Yo soy meramente un procurador. No empleo violencia personal de ningún tipo. El agente del juzgado, cuya función es detener a los deudores, está se quedó atrás esperando. Tiene considerable experiencia en asuntos de este cariz; por ello lo empleamos siempre. Pero sin duda alguna usted preferirá pagar la factura.

ALGERNON: ¿Pagarla? ¿Cómo diantre voy a hacer eso? ¿No creerá que tenga dinero? Es usted un perfecto idiota. Ningún caballero tiene dinero nunca.

GRIBSBY: Según mi experiencia, son normalmente los parientes quienes pagan.

ALGERNON: Jack, debes pagar esta factura.

JACK: Le ruego que me permita ver esas cifras en cuestión, Mr. Gribsby… (Le entrega un inmenso libro)… £762 14s. 2d. desde el pasado octubre. He de decir que nunca había visto tamaña extravagancia en toda mi vida. (Se lo entrega al Dr. CHASUBLE.)

MISS PRISM: ¡£762 por comer! No puede ser muy bueno un joven que come tanto, y tan a menudo.

CHASUBLE: Estamos muy lejos de la vida sencilla y el pensamiento elevado de Wordsworth.

JACK: Bien, Dr. Chasuble, ¿considera usted que deba sentirme impelido de modo alguno a pagar esta monstruosa cuenta de mi hermano?

CHASUBLE: Me siento obligado a decir que no lo creo. Sería fomentar su libertinaje.

MISS PRISM: Un hombre recoge lo que ha sembrado. Este encarcelamiento que se propone podría resultar muy saludable. Deberíamos lamentar que sólo sea por veinte días.

JACK: Estoy muy de acuerdo con usted.

ALGERNON: ¡Amigo mío, no seas ridículo! Sabes perfectamente bien que esa factura es en realidad tuya.

JACK: ¿Mía?

ALGERNON: Sí, sabes que es así.

CHASUBLE: Mr. Worthing, si se trata de una broma, está fuera de lugar.

MISS PRISM: Es una tremenda desfachatez. Exactamente lo que esperaba de él.

CECILY: Y es ingratitud. No esperaba eso.

JACK: No me importa lo que diga. Siempre hace lo mismo. Ahora me vas a decir que no eres Ernest Worthing, residente en B.4., Hotel Albany. Me sorprende, ya que te pones así, que no niegues también ser mi hermano. ¿Por qué no lo haces?

ALGERNON: ¡Oh! No voy a hacer eso, querido amigo. Sería absurdo. Por supuesto que soy tu hermano. Y por ello deberías pagar esa deuda por mí.

JACK: Te diré con toda franqueza que no tengo la menor intención de hacer nada por el estilo. El Dr. Chasuble, el digno rector de esta parroquia, y Miss Prism, en cuyo admirable y sensato juicio deposito gran confianza, son ambos de la opinión de que el encarcelamiento te haría mucho bien. Y yo pienso lo mismo, también.

GRIBSBY (saca el reloj): Lamento interrumpir este agradable encuentro familiar, pero el tiempo apremia. Debemos estar en Holloway no más tarde de las cuatro; de otro modo resulta difícil obtener el pase. Las reglas son muy estrictas.

ALGERNON: ¡Holloway!

GRIBSBY: Es en Holloway donde las reclusiones de este cariz tienen lugar siempre.

ALGERNON: Bueno, desde luego no seré encerrado en los suburbios por haber almorzado en el West End.

GRIBSBY: La cuenta es por cenas, no por almuerzos.

ALGERNON: Me importa un comino. Lo que digo es que no seré encerrado en los suburbios.

GRIBSBY: Admito que los alrededores son de clase media; pero la cárcel en sí es elegante y aireada; y hay amplias oportunidades de hacer ejercicio a ciertas horas predeterminadas del día. En caso de contar con un certificado médico, lo cual es siempre fácil de obtener, los horarios pueden ser extendidos.

ALGERNON: ¡Ejercicio! ¡Dios mío! Ningún caballero hace ejercicio jamás. Parece ser que usted no entiende lo que es un caballero.

GRIBSBY: Me he encontrado con tantos de ellos, señor, que temo no saberlo. Los hay la más variopinta gama. Resultado del refinamiento, sin duda. Sea tan amable de acompañarme ahora, señor, si no es inconveniente.

ALGERNON (suplicante): ¡Jack!

MISS PRISM: Sea firme, Mr. Worthing.

CHASUBLE: Ésta es una ocasión en la que toda debilidad resultaría fuera de lugar. Sería una forma de autoengaño.

JACK: Soy bastante firme, y no conozco debilidad ni engaño alguno.

CECILY: ¡Tío Jack! Creo que tienes algo de dinero mío, ¿no es así? Permíteme que pague esta factura. No me gustaría que tu propio hermano estuviera en prisión.

JACK: ¡Oh! No podría dejarte pagar eso, Cecily. Sería absurdo.

CECILY: Entonces lo harás tú, ¿lo harás? Creo que lamentarías mucho pensar en tu hermano encerrado. Por supuesto, estoy bastante decepcionada con él.

JACK: No volverás a hablar con él, Cecily, ¿verdad?

CECILY: Desde luego que no, a menos, por supuesto, que él hable conmigo primero. Sería muy descortés no contestarle.

JACK: Bien, me encargaré de que él no hable contigo. Me encargaré de que no hable con nadie en esta casa. Merece ser ignorado. Mr. Gribsby…

GRIBSBY: Sí señor.

JACK: Yo pagaré la cuenta por mi hermano. Es la última factura que pagaré por él, también. ¿Cuánto era?

GRIBSBY: £762 14s. 2d. ¡Ah! El taxi serán cinco chelines y nueve peniques más: fue solicitado para comodidad del cliente.

JACK: Muy bien.

MISS PRISM: Debo decir que considero tanta generosidad bastante imprudente.

CHASUBLE (haciendo una floritura con la mano): El corazón tiene su propia sabiduría del mismo modo que la cabeza, Miss Prism.

JACK: ¿A nombre de Parker y Gribsby, supongo?

GRIBSBY: Sí, señor. Le ruego que no marque el cheque. Muchas gracias. (Al Dr. CHASUBLE.) Buenos días. (El Dr. CHASUBLE se inclina fríamente.) Buenos días. (MISS PRISM se inclina fríamente.) (A ALGERNON.) Espero tener el placer de verle de nuevo.

ALGERNON: Yo sinceramente espero que no. Menuda idea tiene acerca del tipo de sociedad con que un caballero quiere verse mezclado. Ningún caballero querría conocer a un procurador que pretende encerrarlo en los suburbios.

GRIBSBY: Ya lo creo, ya lo creo.

ALGERNON: Por cierto, Gribsby… Gribsby, no va a volver a la estación en ese taxi. Ése es mi taxi. Fue solicitado para mi comodidad. Tendrá que ir andando hasta la estación. Y le sentará bien, además. Los procuradores apenas caminan. No conozco a procurador alguno que haga suficiente ejercicio. Como norma general se sientan todo el día en oficinas viciadas, desatendiendo sus obligaciones.

JACK: Puede tomar el taxi, Mr. Gribsby.

GRIBSBY: Gracias, señor.

GRIBSBY sale.





Versión de la obra realizada en 1986 para la televisión, en la que el director decidió introducir dicho fragmento (aparece también en la versión de 2002 con Colin Firth y Rupert Everett)

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